martes, febrero 13, 2007

Laoconte

Auxi González

Hay poemas que cobran vida,
líneas que se arrastran como serpientes
azuzadas por un dios incorregible y cruento
que no se compadece, que no mide,
que guarda en su rediles submarinos a cien Caribeas y Porces
que dormitan en las llanuras abisales del alma
esperando el correspondiente festín.


El Laoconte (El Greco)

Laoconte, sacerdote de Apolo, desconfía de los griegos y recomienda a los troyanos no introducir el caballo de madera en la ciudad, pues teme alguna treta. Entonces Neptuno, uno de los dioses que más ha castigado a Troya, envía dos serpientes (llamadas Caribea y Porce) que atacan a los dos hijos de Laoconte, quien acude para axuliarlos, aunque todo en vano, pues los tres fallecen ahogados por los reptiles. Los troyanos interpretan lo acontecido como una señal divina de que Laoconte estaba equivocado y deciden aceptar el "regalo".

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